yo y mi circunstancia

Hoy, como cada mañana, me he acercado al balcón con la esperanza de los desesperados.

Son doce, 12 días esperando tener una señal de la caprichosa naturaleza, o debería decir, la maltratada, la olvidada naturaleza?

Hace tres semanas que organicé todo el armario, en él ya no existen los colores oscuros ni los apagados, hay luz, flores, colorido y blancos… todo lo que las revistas de moda indican en sus avances de primavera, lo que llevarás esta primavera… y digo yo ¿dónde está que no la veo? Y mira que lo intento, y si no puedo contar con el cielo, los animalillos o las florecillas, la buscaré en los rostros de quienes me rodean, pero están igual de apagados que el tiempo, les influye, no reaccionan, no se revelan, dejan que pasen los días sin más.

Pues desde aquí os digo que… yo, sí, yo! me revelo ante todo y todos. Luciré mis pañuelos de flores, mis bolsos de colores, mis zapatos descubiertos, mi maquillaje primaveral y mi sonrisa soleada.

Porque a ver si ahora con el cambio climático, no sólo la Naturaleza propiamente dicha sino la nuestra va a verse alterada y vaya a arrastrarse hacia una nueva estación, oscura y triste, que no sé cómo llamarla. No me trae buenas vibraciones y que quizás vaya a poder con todos nosotros y no consigamos volver a ver el sol.

Desde aquí reivindico una lucha contra las inclemencias y lo irracional para volver a entrar en el magnífico ciclo de la vida y que el sol, al asomarme mañana al balcón, me indique que la desesperanza está infundada

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